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23 El que oye el mensaje de Dios sin obedecer lo que dice es como el que se mira en un espejo. 24 Se mira en el espejo, se va y pronto olvida lo mal que se veía. 25 Por el contrario, el que se fija bien en la ley perfecta, la que libera a la gente, y la pone en práctica en lugar de ser un oyente olvidadizo, será afortunado en lo que hace.

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